Archivo del blog

sábado, 20 de febrero de 2010

Cambiando nuestra idea del átomo por Daniel Alonso González

Un átomo es la unidad principal de la materia, con ellos está hecho todo, incluso nosotros estamos hechos de átomos; un conjunto de átomos se llama moléculas; un conjunto de moléculas es la materia. Hay 3 tipos de átomos: los neutrones, protones y electrones. los neutrones y protones siempre están juntos, y forman el nuclio, y los electrones se mueven rodeando ese nuclio.

El núcleo de los átomos se compone de neutrones y protones. Y el núcleo de un átomo, en relación con su volumen, es realmente muy muy pequeño: tan solo una millonésima de milmillonésima de todo su volumen. Sin embargo, es asombrosamente denso, porque contiene prácticamente toda su masa. Si se expandiese un átomo hasta el tamaño de una catedral, el núcleo sería sólo del tamaño aproximado de una mosca, pero pesaría muchos miles de veces más que una catedral.

Cuando dos objetos se tocan en el mundo real no chocan entre sí en realidad. Lo que sucede más bien es que los campos de de ambos objetos, que están cargados negativamente, se repelen entre sí. Lo que quiere decir que, si no fuese por las cargas eléctricas de nuestros átomos, podríamos pasar los unos a través de los otros. Cuando estamos sentados en una silla, realmente no estamos sentados ahí, sino levitando (literalmente) por encima de ella a la altura de un angstrom (una cienmillonésima de milímetro), con nuestros electrones y los de la silla oponiéndose mutua e implacablemente.

La imagen del átomo que casi todos tenemos en la cabeza es la de uno o varios electrones “orbitando” alrededor de un núcleo, como planetas alrededor de un sol. Esa imagen fue creada en 1904 por un físico japonés llamado Hantaro Nagaoka, basándose en una conjetura COMPLETAMENTE FALSA. Pese a ella, ha perdurado hasta nuestros días. De hecho, incluso el CERN (la Organización Europea para la Investigación Nuclear) continuó usándola como logotipo en su portal Web, hasta sustituirlo actualmente por una representación esquemática de su acelerador. Sin embargo, como pronto comprendieron los físicos, los electrones no se parecen en nada a planetas que orbitan, sino más bien a las aspas de un ventilador que gira, logrando llenar cada hueco de espacio de sus órbitas simultáneamente. La diferencia fundamental con esta similitud, es que las aspas de un ventilador en marcha parecen que están en todas partes a la vez, mientras que en un átomo los electrones están en todas partes a la vez.

El electrón no vuela alrededor del núcleo como un planeta alrededor del sol, sino que adopta el aspecto más amorfo de una nube. La “cáscara” de un átomo no es una cubierta dura y brillante como nos inducen a veces a suponer las ilustraciones. Y la “nube” propiamente dicha no es más que una zona de probabilidades estadísticas, con “vellosidades” que en realidad son las áreas donde el electrón se aventura en raras ocasiones.

Si pudiésemos ver un átomo se parecería más a una pelota de tenis muy peluda que a una nítida y brillante esfera metálica. Pero tampoco es que se parezca mucho a ninguna de las dos cosas y, en realidad, a nada que hayamos podido ver jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario